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22/04/2025
Cómo el Orden de las Palabras Moldea Nuestro Pensamiento y Nuestra Memoria
El lenguaje conecta a las personas a través de las culturas mediante sus complejos patrones. La disposición de las palabras, o sintaxis, varía entre las aproximadamente 7,000 lenguas del mundo, generando estructuras únicas que influyen tanto en la comunicación como en el pensamiento. Las investigaciones han demostrado que estas diferencias sintácticas afectan los procesos cognitivos más allá del lenguaje mismo. En particular, dichas estructuras inciden en la manera en que recordamos e interpretamos la información secuencial. Esta interesante relación entre la estructura del lenguaje y los mecanismos de la memoria ofrece una perspectiva reveladora desde la cual explorar el debate , aún vigente, sobre la conexión entre el lenguaje y el pensamiento, un tema que ha cautivado durante generaciones a lingüistas, psicólogos y filósofos.
Los idiomas pueden clasificarse, en términos generales, según el orden típico de tres componentes fundamentales de la oración: Sujeto (S), Verbo (V) y Objeto (O). Esta clasificación revela patrones interesantes entre las distintas lenguas. Al igual que ocurre con las composiciones musicales, cada grupo lingüístico sigue su propio ritmo y una armonía estructural particular.
Lenguas Sujeto-Objeto-Verbo (SOV): La Mayoría en el Mundo
Las lenguas con estructura Sujeto-Objeto-Verbo (SOV), como aquellas que forman oraciones del tipo “María agua bebe” o “Juan una casa tiene”, constituyen el grupo más numeroso de lenguas en el mundo, representando aproximadamente el 45 % del total de idiomas hablados. En estas lenguas, el verbo —a menudo considerado el motor de la oración— se sitúa al final, dando lugar a lo que los lingüistas denominan una estructura de “ramificación izquierda”.
Este orden sintáctico se encuentra en diversos continentes y culturas, y está presente en lenguas habladas por más de mil millones de personas:
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Europa: El euskera (una lengua aislada del norte de España)
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Asia: Japonés, coreano, turco, hindi-urdu, bengalí, persa, tamil, tibetano
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Américas: Náhuatl, hopi, quechua, aimara
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África: Amárico, tigriña
A lo largo de la historia, lenguas como el sánscrito y el latín clásico han empleado con frecuencia una estructura Sujeto-Objeto-Verbo (SOV). Esta disposición contribuyó al desarrollo de sus tradiciones poéticas y permitió construir oraciones complejas, lo que confería a estas lenguas un carácter formal y rítmico. Estos marcos lingüísticos reflejaban procesos de pensamiento sofisticados y, probablemente, favorecían una mayor claridad cognitiva en la comunicación.
En japonés, por ejemplo, una oración sencilla se estructuraría de la siguiente manera:
Watashi-wa ringo-o tabemasu (“Yo manzana como”)
Los oyentes deben retener en la memoria de trabajo tanto el sujeto como el objeto hasta que se presenta finalmente el verbo, que constituye el componente clave de la acción. Este requisito hace que la comprensión sea más exigente, pero también potencialmente más enriquecedora desde el punto de vista cognitivo, especialmente en lo que respecta a la formación de la memoria secuencial.
Lenguas Sujeto-Verbo-Objeto (SVO)
Las lenguas con estructura Sujeto-Verbo-Objeto (SVO), ejemplificadas por oraciones como “María bebe agua” o “Juan posee una casa”, representan aproximadamente el 42 % de las lenguas del mundo. Este orden de palabras resulta intuitivo y eficiente para los hablantes de inglés y para la mayoría de quienes hablan lenguas europeas.
Esta estructura de “ramificación derecha” está ampliamente distribuida en:
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Europa: inglés, español, francés, portugués, italiano, ruso
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Asia: mandarín, tailandés, vietnamita, indonesio, malayo
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África: suajili, hausa
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Medio Oriente: variedades modernas del árabe hablado, hebreo
En mandarín, por ejemplo:
Wǒ chī píngguǒ (“Yo como manzana”)
El orden Sujeto-Verbo-Objeto (SVO) es particularmente notable porque aparece en muchas lenguas no relacionadas entre sí. Esto sugiere que el orden SVO podría facilitar la comunicación al colocar el sujeto y el verbo al comienzo de la oración, seguidos por el objeto. Esta estructura refleja la importancia que muchas culturas otorgan a una comunicación clara y directa. Al enfatizar estos componentes clave, el orden SVO puede mejorar la comprensión y favorecer conversaciones más fluidas. En última instancia, esto subraya nuestro deseo innato de comunicarnos de manera efectiva.
Verbo-Sujeto-Objeto (VSO) y Otras Estructuras Poco Comunes
El 13 % restante de las lenguas emplea estructuras alternativas que, aunque menos comunes, aportan una notable diversidad al repertorio sintáctico mundial.
Verbo-Sujeto-Objeto (VSO):
Oraciones como “Bebe María agua” son comunes en:
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Árabe clásico y árabe estándar moderno
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CLenguas célticas (irlandés, gaélico escocés, galés)
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Hebreo bíblico
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Tagalo (filipino)
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Muchas lenguas polinesias
En galés, por ejemplo:
Gwelodd y dyn y cathod (“Vio el hombre los gatos”).
Las lenguas que utilizan la estructura Verbo-Sujeto-Objeto (VSO) suelen desarrollarse en culturas con ricas tradiciones orales. En estos contextos, colocar el verbo al inicio de la oración destaca la importancia de la acción o el evento que se describe. Esta estructura centra eficazmente la frase en la naturaleza dinámica de lo que está ocurriendo, reflejando el valor cultural otorgado a la narración y a las experiencias inmediatas. Al priorizar el verbo, estas lenguas enfatizan la acción misma, creando una conexión sólida entre el lenguaje y el enfoque cultural en la narración y la acción.
Otros órdenes poco comunes:
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Verbo-Objeto-Sujeto (VOS) – alrededor del 3 % (por ejemplo, fijiano, malgache, algunas lenguas mayas)
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Objeto-Verbo-Sujeto (OVS) – alrededor del 1 % (por ejemplo, hixkaryana, hablado en Brasil)
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Objeto-Sujeto-Verbo (OSV) – alrededor del 1 % (por ejemplo, warao, hablado en Venezuela)
Estas estructuras desafían las normas tradicionales de secuenciación cognitiva, y su existencia pone de manifiesto la extraordinaria adaptabilidad del cerebro humano a diversos estilos comunicativos.
La Arquitectura Oculta del Lenguaje
Además del orden de las palabras, las lenguas varían en la dirección de ramificación, es decir, en la forma en que las frases dependientes se organizan en relación con la palabra o cláusula principal.
Lenguas de ramificación izquierda
En idiomas como el japonés, el coreano y el turco:
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Los modificadores preceden a la palabra principal: “El hombre que-estaba-sentado”
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Los posesivos se colocan antes del sustantivo: “La madre de Juan”
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Las oraciones subordinadas anteceden a la cláusula principal
Esta estructura incentiva a los hablantes a mantener la información contextual a lo largo de toda la oración, lo que mantiene a los oyentes atentos hasta el final. Aunque puede resultar mentalmente exigente, puede mejorar la memoria de las partes iniciales de la oración, ya que los oyentes anticipan la conclusión. Esta interacción dinámica incrementa la atención y profundiza la comprensión de la información comunicada.
Lenguas de ramificación derecha
Lenguas como el inglés, el italiano y el tailandés:
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Los modificadores siguen a la palabra principal: “El hombre que estaba sentado”
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El sustantivo poseído precede al poseedor: “La madre de Juan”
Las estructuras de ramificación derecha permiten un procesamiento más incremental, facilitando que la comprensión comience antes en la oración y favoreciendo potencialmente la memoria para los elementos finales.
Lenguaje y Memoria: La Conexión Cognitiva
En un estudio pionero publicado en 2018 en la revista Scientific Reports, los investigadores exploraron la fascinante relación entre la dirección de ramificación del lenguaje y sus efectos en la memoria de trabajo. El estudio involucró a participantes nativos de lenguas de ramificación izquierda, como el japonés y el sidaama, y de lenguas de ramificación derecha, como el tailandés y el italiano. Los resultados revelaron una diferencia significativa en la capacidad de recuerdo: los hablantes de lenguas de ramificación izquierda mostraron una mayor habilidad para recordar los primeros elementos en tareas de memoria secuencial, mientras que quienes hablaban lenguas de ramificación derecha obtuvieron un desempeño notablemente superior al recordar los elementos finales. De manera intrigante, este patrón no se limitó a tareas lingüísticas, sino que también se evidenció en actividades no lingüísticas, incluyendo razonamiento espacial y tareas de secuenciación numérica. Esto sugiere una influencia profunda del lenguaje sobre los procesos cognitivos, indicando que la estructura del idioma que utilizamos podría “entrenar” nuestras habilidades cognitivas y moldear sutilmente la manera en que procesamos, priorizamos y retenemos la información, más allá de las palabras que expresamos.
Una Nota sobre el Trabajo en PLN de Pangeanic
En Pangeanic, nuestro enfoque de la traducción va más allá del simple intercambio de palabras entre idiomas. Nos adentramos en las complejidades del lenguaje a través del Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN), esforzándonos por interpretar las estructuras subyacentes, la sintaxis y las sutilezas que confieren a cada lengua su carácter distintivo. Nuestros sistemas avanzados están diseñados meticulosamente para manejar la variabilidad natural en el orden de las palabras en diferentes idiomas, ya sea que sigan una disposición Sujeto-Objeto-Verbo, Sujeto-Verbo-Objeto o alguno de los patrones más inusuales presentes en diversas tradiciones lingüísticas. Nos enorgullece desarrollar modelos sofisticados que garantizan la precisión semántica sin sacrificar la integridad del contexto. Reconocemos que la sintaxis es mucho más que una cuestión de estilo; refleja patrones cognitivos y distintas formas de pensamiento. En muchos aspectos, nuestro proceso de traducción refleja el complejo funcionamiento del cerebro humano, ya que buscamos tender un puente entre la gramática, la memoria y el significado. Este enfoque integral nos permite ofrecer traducciones que transmiten el mensaje deseado y capturan la esencia emocional, respetando al mismo tiempo las complejidades únicas de cada idioma con el que trabajamos.
El Debate entre Lenguaje y Pensamiento
Esta investigación se alinea estrechamente con la versión débil de la hipótesis de Sapir-Whorf, comúnmente conocida como relatividad lingüística. Este concepto sostiene que, aunque el lenguaje no determina de manera estricta nuestro pensamiento, sí influye significativamente en nuestros hábitos y patrones cognitivos. El lenguaje actúa como una guía sutil que dirige nuestra atención y moldea las formas habituales en que interactuamos con el mundo que nos rodea. Lejos de respaldar la versión fuerte de esta hipótesis, la investigación moderna sugiere una relación más matizada. Esta influencia se extiende a diversos dominios cognitivos, incluyendo la percepción visual, la orientación espacial y la memoria, afectando cómo interpretamos y nos relacionamos con nuestro entorno. Un ejemplo llamativo de este fenómeno se encuentra en la lengua guugu yimithirr, hablada por una comunidad indígena australiana. A diferencia de muchos idiomas que utilizan términos relativos como “izquierda” y “derecha”, el guugu yimithirr emplea direcciones absolutas como norte, sur, este y oeste. Como resultado, los hablantes de esta lengua suelen desarrollar habilidades de navegación notables. Esto ilustra una dinámica fascinante y recíproca entre lenguaje y cognición, donde ambos se moldean y enriquecen mutuamente a lo largo del tiempo.
Implicaciones Prácticas
Explorar la relación entre la sintaxis y la memoria no es solo una cuestión teórica; también tiene importantes repercusiones en la vida cotidiana y en la práctica profesional. Por ejemplo, comprender cómo las distintas estructuras lingüísticas afectan la memoria puede ayudar a los educadores a desarrollar estrategias de enseñanza más efectivas. Para estudiantes que hablan lenguas de ramificación derecha, como el tailandés o el italiano, puede ser beneficioso presentar la información crítica hacia el final de las lecciones, ya que estos aprendices tienden a recordar mejor los últimos elementos. En cambio, los docentes que trabajan con hablantes de lenguas de ramificación izquierda, como el japonés o el coreano, podrían obtener mejores resultados presentando el contenido esencial al inicio de sus clases. Las ideas sobre sintaxis y memoria también tienen un gran impacto en la traducción y la localización. Los traductores deben ir más allá de las traducciones literales y considerar cómo la estructura de la oración puede afectar la comprensión y el énfasis. Una frase clara e impactante en inglés puede perder efectividad al traducirse a un idioma con una estructura sintáctica diferente, especialmente si no se reconocen los patrones cognitivos propios de ese idioma. En el entrenamiento de la memoria y en intervenciones terapéuticas, especialmente en la rehabilitación cognitiva y el apoyo a personas multilingües, adaptar los ejercicios para que se ajusten a las estructuras sintácticas nativas puede mejorar significativamente los resultados. Por ejemplo, las estrategias que potencian el recuerdo de los primeros elementos pueden ser más eficaces para hablantes de lenguas de ramificación izquierda, mientras que aquellas que refuerzan los elementos finales podrían funcionar mejor para quienes hablan lenguas de ramificación derecha.
En el ámbito de los negocios globales, la diplomacia y la colaboración multicultural, reconocer cómo las estructuras lingüísticas pueden influir sutilmente en los procesos cognitivos puede conducir a una comunicación más transparente y fomentar una mayor empatía. Aceptar estas diferencias lingüísticas y cognitivas puede mejorar las interacciones interculturales, reducir malentendidos y fortalecer la cooperación entre grupos diversos.
El Legado Vivo del Lenguaje
Estudiar el orden de las palabras y su impacto en el pensamiento nos ayuda a comprender mejor la conexión entre lenguaje y cognición. El lenguaje no es únicamente una herramienta para la comunicación; también moldea la manera en que sentimos y percibimos el mundo. Cada lengua posee una forma particular de expresar las ideas, reflejando estilos de pensamiento y visiones culturales distintas. El análisis de estas lenguas nos permite descubrir diversas formas de razonar, influenciadas por la sintaxis, la estructura de las oraciones y la gramática. Al trabajar por preservar y estudiar la diversidad lingüística, protegemos mucho más que vocablos: salvaguardamos formas únicas de entender la mente humana. Comprender cómo el lenguaje afecta la memoria, la percepción y el pensamiento resulta fundamental para mejorar la comunicación y fomentar una comprensión más profunda entre culturas. Esta conciencia nos invita a valorar el inmenso legado que representan las lenguas del mundo y su poder para enriquecer nuestra visión colectiva de la realidad.