Y por último, el idioma romanche, retorromance o grisón. Se habla casi de forma exclusiva en parte del cantón de Grisones, pero tan solo por una pequeña parte de sus habitantes. Esta región fue invadida por los romanos en el siglo XV a. C., provocando la latinización de sus pobladores. El aislamiento de esta parte del país favoreció el desarrollo de la lengua que ha mutado con el tiempo en diferentes dialectos. En la actualidad, el escaso número de personas que hablan romanche o alguna de sus variaciones pone el serio peligro el mantenimiento de esta lengua oficial, lo que ha movilizado a los pobladores del cantón en el que se utiliza a realizar campañas de apoyo de su lengua en un intento de salvarla.
Suiza se encuentra con dos bloques idiomáticos, por un lado el alemán, con su dialecto propio, el más utilizado oficialmente, y el bloque de raíz latina formado por los cantones en los que se habla el italiano, el francés y el romanche. El mapa idiomático que se acaba de describir puede llevar a pensar en un constante conflicto entre los habitantes de los diferentes cantones, marcados por su dificultad para entenderse. Sin embargo, no es así. Las leyes suizas reconocen el valor de cada lengua materna y las consideran a las cuatro como oficiales, aunque reconocen su mayor peso en una parte u otra del Estado. Lograr un desarrollo pacífico del día a día, sin ofender a los hablantes de una lengua u otra es complejo y requiere de un gran esfuerzo en todos los aspectos, pero principalmente en el terreno de la educación.
Los planes educativos en Suiza prestan especial atención a las enseñanzas lingüísticas. Desde hace años se incluye en el programa escolar el estudio no solo de la lengua oficial del cantón en el que viven, sino también una más de las consideradas oficiales por el Estado. Junto a ello, los alumnos pueden optar por incluir en sus estudios una lengua extranjera, siendo el inglés el elegido por la mayoría. El interés de la población más joven por aprender el idioma inglés en detrimento de alguna de las lenguas oficiales del país ha llevado a que las minoritarias, en cuanto el número de hablantes, se vean perjudicadas.
Los estudiantes que aspiran a trabajar en otros países valoran que su esfuerzo se verá más recompensado si dedican su tiempo al aprendizaje de un idioma utilizado en un gran número de países, y no a una lengua o dialecto que se circunscribe a una extensión de terreno y a un número de habitantes muy limitado. La convivencia pacífica entre los diferentes idiomas y cantones de todo el país se basa en el respeto a las costumbres propias y al concepto de que la lengua ha de servir como herramienta para favorecer la comunicación y no como un obstáculo que la dificulte.
La riqueza idiomática que posee Suiza está marcada no solo por sus cuatro idiomas oficiales, sino también por la cantidad de aportes que atraen a su día a día la llegada de inmigrantes puede servir como un potenciador muy importante de su economía. Por eso, en los últimos años, los organismos oficiales han establecido estrategias dirigidas a aprovechar esta riqueza. A través de foros y encuentros se fomenta la interacción entre individuos y empresas que ayuden a compartir experiencias y propuestas. De esta forma, Suiza puede convertir la peculiaridad idiomática de su nación en un valor para su desarrollo económico, permitiendo el intercambio cultural, social y económico con la mayoría de los países del planeta.
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